La ternura de la maternidad deseada.
- hecticmag
- 10 may 2020
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Por Sofía Rivera

Nunca he creído en el día de las madres, principalmente porque para mí es una excusa del capitalismo para aumentar el consumo. No me mal entiendan, quiero a mi madre y estoy completamente agradecida con el sacrificio que ha hecho para educarme y darme todo lo que tengo, pero ¿no es completamente violento solo apreciar la maternidad un día al año y comprarle regalos que no suelen ser pensados en la individualidad de la mujer sino en su labor como ama de casa? Esto es algo que no hubiera entendido sin el feminismo y ha hecho que vea mi historia personal con otros ojos. En otras palabras, el feminismo ha cambiado mi vida y ha permitido que me replantee los vínculos afectivos de mi vida, sean románticos o no. También llegó a revolucionar la idea que tenía de lo que implica ser mujer y las expectativas que me ha impuesto una sociedad patriarcal, pero sobre todo modificó mi manera de ver la maternidad. Incluso podría decir que ha reivindicado a mi mamá y la relación que tenemos.
Desde hace algunos años me considero feminista, con mucho orgullo, pero un poco más tibia de lo que me gustaría. Actualmente creo que el feminismo interseccional es esencial; siempre le creo a las mujeres, soy incendiaria, antirracista y anticlasista. Apoyo el aborto, porque es un tema de salud pública pero también porque creo que no hay nada más violento para una mujer que obligarla a la maternidad ni nada más cruel para un bebé que condenarlo a la posibilidad de vivir una vida sin amor o en condiciones marginales. Asimismo, creo en el derecho de todas las mujeres a decidir sobre su cuerpo porque si la libertad no incluye mi cuerpo entonces, ¿qué es la libertad? Me sé afortunada. Soy blanca, clase mediera y siempre he tenido acceso a la educación, de esa que consideramos de 'calidad'. A pesar de las dificultades económicas que hemos tenido como familia y he tenido individualmente, siempre he podido comer más de una vez al día (a veces con ciertas carencias, pero nunca me ha faltado alimento) y tengo un techo sobre mi cabeza. Con prejuicios y en algún momento muy sesgada, pero he recibido educación sexual. Pude decidir qué métodos anticonceptivos usar cuando los he necesitado y puedo seguir haciéndolo. Si quedara embarazada YO podría elegir, yo podría abortar. En pocas palabras, soy afortunada en un país sumamente desigual y violento para las mujeres, las clases sociales no privilegiadas y las indígenas. También sé que mi feminismo es fruto de este privilegio, nací con suerte y eso es todo.
De hecho, nací con suerte en más de un sentido. Probablemente mi mamá nunca lo reconocería completamente pero su maternidad no fue planeada y me atrevo a decir que fue mamá más por destino y cultura que por deseo. Digo, tampoco es que se arrepienta de nuestra existencia, pero no creo que haya tenido la oportunidad de elegir.
Básicamente, mi mamá es como la mayoría de las mamás. No estoy de acuerdo con muchas cosas que hace y podría renegar de un par de decisiones que ha tomado. Se ha equivocado como madre y muchas veces yo he sido una hija difícil. En el lenguaje del internet y para hacer esto corto, sería una mamá luchona. El ejemplo perfecto de un papá que no se hizo responsable afectiva ni económicamente (si le preguntan a él va a decir que es culpa de mi mamá porque siempre es responsabilidad de las mujeres). Ella tuvo que lidiar con ser ama de casa, mamá, papá y profesionista. Todo el cuidado emocional cayó sobre ella. Tuve suerte porque de alguna manera pudo hacerlo o tuvo que hacerlo sola, lidio sola con la responsabilidad compartida, tener hijes y nos amó al hacerlo. Creyó que iba a jugar a la familia tradicional y terminó haciendo la chamba sola. Todo salió 'bien', obviando el daño emocional que tenemos del que no voy culpar a mis papás aunque a veces esté enojada con elles, mis hermanos y yo somos privilegiades y, es probable, que todes nos graduemos de la universidad.
Sin embargo, soy consciente de que esto pudo no ser así. Mi mamá, como muchas mamás, tal vez hubiera podido tener una vida muy diferente si hubiera sido educada diferente, si la maternidad hubiera sido una elección y no una obligación. A ella la educaron para ser mamá, era el movimiento esperado después de la universidad y seguramente nunca lo cuestionó. Aunque no hubiera querido ser mamá, ella nunca hubiera abortado por su educación. Pero la maternidad no debería ser una imposición ni social ni cultural. Ser mamá suele ser un trabajo no valorado en el que el cuidado emocional y físico de los hijes y la casa recae sobre las mujeres y eso es violencia. Ser mamá todavía implica sacrificar parte de la carrera profesional porque la sociedad espera que la mujer haga el trabajo del hogar y por ende no pueda comprometerse como lo haría un hombre. Para la mayoría la maternidad es violencia, sobretodo cuando no tienen opción.
Al mismo tiempo, el feminismo me ha permitido resignificar la maternidad desde la elección individual de cada mujer. La maternidad debe ser una elección, debe ser deseada. Solo así es posible que los niñes tengan una niñez feliz, una niñez de la que no se tengan que curar. El feminismo y el aborto abren la posibilidad a nuevas maneras de educar, nuevos tipos de familias, lazos emocionales sanos y relaciones menos desiguales donde la responsabilidad afectiva es compartida. Una maternidad que educa en la libertad, la igualdad, el respeto, el amor y la ternura. Una maternidad que no necesite el día de las madres como placebo para compensar (a medias) la violencia emocional que implica ser madre por obligación. Ni le atribuya un valor especial a las mujeres que son madres porque el valor de las mujeres no tiene nada que ver con poder parir, tiene que ver con una condición intrínseca del ser humano. Tal vez sea tiempo de repensar la maternidad y cambiar el discurso por uno que no invisibilice el trabajo no remunerado de ser ama de casa y educar niñes. Es hora de que no se necesite nacer con suerte y dónde la maternidad sea libre y deseada, trabajados de cuidado repartidos y crianzas colectivas. Maternidades que tenga como consecuencia niñes felices y amados; mujeres plenas en una sociedad que las valore como seres humanos y profesionistas solo entonces, cuando sea abolida la maternidad tradicional obligada, podrá haber un feliz día de las madres.
Escrito por Sofía Rivera para HECTIG Mag.
Ilustración por Ana Sofía Granados.
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